“Se hizo un gran silencio. Los niños no me aplaudían, no me pedían otra historia como de costumbre. Ninguno se movía, y en sus pálidas y enjutas caras se podía vislumbrar el asombro que les invadía por dentro. La tensión bailaba al compás que marcaba el goteo incesante del agua. Me dispuse a preguntar qué pasaba cuando mi nieto, el más pequeño de todos, levantó su manita con ahínco:

-Adelante, Julio. Le invité.

-Abuelo, ¿es que el Sol antes era bueno?

A pesar de la temperatura que hacía en aquel túnel, un escalofrío me recorrió la espalda”

Hoy esto es una historia, pero puede que dentro de unos años algún niño te haga esa misma pregunta. En tu mano está que esto no ocurra. En tu mano está que “el otoño” no gane a la “primavera”.

El goteo incesante te taladra los oídos; el hedor es tal que te hace desear no tener nariz; la oscuridad te cierra los ojos; se te van las ganas de vivir.

Hace mucho ya que perdí la noción del tiempo. Mi hija dio a luz un día antes de pero por mi nieto, calculo que hace cinco o seis años que estamos aquí. ¿Dónde? Exactamente no lo sé. En algún lugar de esta manzana podrida, en algún túnel excavado por uno de tantos gusanos que la consumen y aceleran su muerte.

IES Virgen del Remedio (Alicante)
1º Bachillerato
RAquel García Soto Osorio